sábado, 16 de febrero de 2008

Dos cuentos de Benjamín Camacho Vargas

Dos cuentos de Benjamín Camacho Vargas


Por: Carlos Eduardo Quenaya


Los libros son voluminosas cartas para los amigos, escribía Sloterdijk recordando al poeta Jean Paul. Y quizás no le falte razón, ¿qué otro sentido podría tener publicar poemarios, novelas o cuentos? En nuestros días, la proliferación de circuitos alternos de difusión literaria probablemente termine por generar nuevos tipos de amistades, espacios de diálogo cuya presencia creciente socave u otorgue un rostro diferente a la producción literaria de hoy. Así entendemos esta entrega de Benjamín Camacho Vargas: Búscame/ El chico sólo quiere un arma, plaquette que reúne dos cuentos que en la actualidad circulan subterráneamente en los claustros de la Escuela de Literatura de la Universidad de San Agustín.

El primero de los cuentos, Búscame, narra de la historia de Cutipa, solitario oficinista que luego de celebrar su cumpleaños –deambulando en bares y centros nocturnos- despierta en su apartamento con una misteriosa llave y una escueta nota en el pantalón: búscame. Esta extraña circunstancia lo llevará a indagar por una mujer que apenas puede recordar. El cuento tomará un giro fantástico cuando Cutipa penetre en una habitación desconocida y paulatinamente se descubra que él mismo es la mujer que anhelaba. Este intercambio de identidades –al estilo de algunos cuentos de Cortázar- se convertirá hacia al final en una búsqueda circular de sí mismo. A este respecto quizás la siguiente frase exprese la intención medular del texto: “Tuvo la sensación de que el juego del amor era para él una broma sin gracia”. Así, el cuento parece plantearnos que el amor, a fin de cuentas, no es más que una búsqueda inútil y narcisista de alguien igual a nosotros. Este texto nos presenta una estructura bien trabajada con un final redondo, aunque predecible.

El segundo cuento se centra en la historia de Grapino, taxista atribulado por la neurosis citadina y los compromisos familiares. Un arma de juguete provocará un accidente que le permitirá evitar la inminente multa que recaerá sobre él. El desarrollo del personaje –más elaborado que en el cuento anterior- terminará con su desequilibrio producto de las múltiples presiones sociales, económicas y familiares. Contado con frases cortas y ágiles, el relato logra expresar el neurótico drama interior de un hombre que trata de sobrevivir en la ciudad. Un final absurdo le imprime a este texto una saludable salida de los tradicionales esquemas realistas.

¿Adelantos de un futuro libro?, ¿narraciones sueltas publicadas únicamente para no permanecer olvidados en el archivo de algún ordenador? Sea como fuere, esperamos que Camacho nos entregue pronto más trabajos que confirmen una genuina vocación por escribir y un oficio progresivamente más audaz y maduro.